La locura es una cosa hermosa, extraña pero sobre todo loca.
Se daba la discusión en los primeros días que esto no era el mundial, era todo aburrimiento. Lógico faltaba lo más interesante los partidos del todo o nada los de garra, pasión y sobre todo locura. El futbol no es lógico, a veces es locura absoluta como lo fue el final de los tiempos extras de Ghana – Uruguay donde Luis Suarez utilizo más el sentido de supervivencia, ese que estimulan en el ejército para hacer cualquier cosa con tal de cumplir una misión, y metió lo único que le quedaba las manos al estilo de arquero de futbol sala, salió inmediatamente expulsado, dejando a su equipo con un penal y casi eliminado del mundial. Aquí entra en escena la locura. Ghana, a segundos de hacer historia, Asamoah Gyan fulmina los sueños de toda África, y destroza la jaboulani contra el travesaño, a la misma velocidad que Suarez pasaba al Olimpo uruguayo así como a la historia de los mundiales. Se venía la tanda de penales donde saldría otro héroe, Muslera. En los penales se espera que el portero de uno u otro sea la figura o de vez en cuando el jugador que fallo cuando todos los demás atinaron, algo así fue en esta ocasión, solo que aún faltaba un poco de locura. El penal decisivo, ese que si se falla seria el histórico fallo, fue a lo Panenka, demostrando el coraje y valentía, aunque para la mayoría locura y termino así con una guinda lo que fue una noche inolvidable en la historia de los mundiales, con una Uruguay metida en semifinales después de 40 años.
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